México
del Norte
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Estos gringos no entienden. Pior, les da
terror aceptar lo que han estado promoviendo durante años (para algunos,
especialmente para los millonetas): la globalización.
Algunos
dicen que la globalización, proceso de intercambio entre todos los países del
mundo que a la larga termina por borrar las fronteras en muchos sentidos, nació
con Cristóbal Colón, allá en 1492 cuando se perdió en el Atlántico y se topó
con nuestro continente. Otros dicen que nació cuando se cayó la Unión Soviética
y otros que cuando el hombre llegó a la
Luna , o cuando un mes y medio después nació el Internet.
“Haiga
sido como haiga sido”, nuestro planeta hoy está marcado por la globalización, la
integración de las economías locales en una gran economía mundial, donde la
lana se mueve de un lado a otro prácticamente sin restricciones y las vacas
también, aunque no por voluntad propia. Es la era de las “transnacionales” y las
“multinacionales”, palabras sofisticadas que sirven para ocultar la aborrecida
palabra original, monopolios, como Wal-Mart, digamos, que se tragan a los
pequeños productores y vendedores, dando al traste con las economías locales y
las de los que menos tienen y no pueden combatir contra las empresas globales.
A
los trabajadores pobres, por supuesto, no les está permitido moverse junto con
la lana (lana de dinero, no de borregos) y las vacas. Para ellos hay muros
fronterizos, leyes tipo Arizona y Alabama, y políticos como Barack Obama que
deciden que hay que rebotarlos al lugar de donde hayan salido. Para ellos, el
mundo no es “global”, sino más bien un globo desinflado.
Para
los ricos si es permitido moverse y “globalizarse”. Con lana baila el perro,
dicen, y lo mismo las aduanas y los sistemas migratorios, y muchos países
decidieron que sus ciudadanos podían también ser ciudadanos de otros países y
al revés volteado, y con la globalización nació la ciudadanía múltiple.
Así se movieron
los papás de un tal Marcus Bachman, de Suiza a Minnesota, donde compraron una
granja y acá nació su chamaco. Y no quien los pelara, excepto que el chamaco se
casó con una gringa, y hace unos meses le pasó su nacionalidad suiza
automáticamente.
“El
Suizo es él, no yo…”
Como hijo de padres suizos, Bachman tenía
derecho a la ciudadanía de aquél país, además de ser estadounidense por
nacimiento. Siendo así, se decidió a solicitarla y se la dieron de boleto,
incluyendo a sus hijos, nacidos también en Estados Unidos, y a su esposa,
gringa también por los cuatro costados.
Nomás
que su esposa es Michelle Bachman, congresista de Minnesota y relevando a Sarah
Pallin, pre-candidata presidencial del Partido Republicano hasta hace un par de
meses, cuando perdió horrorosamente en Iowa y se retiró de la carrera electoral.
Y
como una cosa es ser o creerse dueños del mundo, y otra es no ser gringo cien
por ciento, Michelle Bachman acaba de renunciar a su ciudadanía suiza. “Tomé
esta acción porque quiero que esté perfectamente claro que nací en Estados
Unidos y soy una orgullosa ciudadana de Estados Unidos. Estoy y siempre he
estado comprometida cien por ciento con la Constitución de Estados Unidos de América.
Como hija de un veterano de la fuerza Aérea, hijastra de un veterano del
Ejército y hermana de un veterano de la Marina, estoy orgullosa de mi fidelidad
a la nación más grandiosa que el mundo ha conocido”.
Ya
ahí podríamos compadecerla. Con esa familia, con razón no entiende mucho de
globalización, a menos que sea en la forma de invasiones y guerras “preventivas”
para quitar gobiernos que a los gringos no les gustan y poner regímenes títeres
por el mundo. Que no sepa de historia no se disculpa. Los imperios persas,
griegos y de los hunos fueron muchísimo más grandiosos que Estados Unidos hoy,
dominando todo lo que en aquellos tiempos eran el “globo” conocido. En fin.
El
caso es que Bachman está peleando contra algo natural en el mundo que está
impulsando. En 2008 todos los candidatos presidenciales gringos podían tener
una segunda nacionalidad, excepto Hillary Clinton. McCain nació en Panamá, y el
padre de Mitt Romney era mexicano. Y Obama, por supuesto, tiene derecho a la
nacionalidad de su padre, oriundo de Kenia.
Y
en estas elecciones será igual. Un Keniano-Americano contra un
México-Americano. Si Bachman hubiera ganado, pues sería un Keniano-Americano
contra una Suiza-Americana.
Es
inevitable. En cada elección habrá más y más candidatos Algo-Americanos que
ganarán. Los próximos gobiernos del país “más grandioso del mundo” serán cada
vez más “globales”, y cada vez serán menos los “100 por ciento estadounidenses”.