jueves, 29 de diciembre de 2011

La Mexicana, el Mexicano y el Mexicanito

México del Norte
Jorge Mújica Murias
mexicodelnorte@yahoo.com.mx


Sucedió hace unos días, en uno de esos estados que antes eran nuestros y que está lleno de paisanos, Nuevo México. Una política local le dijo a otra “La Mexicana”, y después dijo que “no tenía intención de insultarla”.

Pero a “la mexicana’ si le pareció insulto, y puso el grito en el cielo. Y a otra “mexicana” que estuvo en medio del debate, le pareció igual de insultante que le dijeran que “estaba acarreando agua mexicana para el cuarto piso”.

El caso es curioso a más no poder, porque la primera política, la que soltó el epíteto de “mexicana” resulta ser la Representante Estatal Demócrata Sheryl Williams Stapleton, quien a pesar del tremendamente blanco nombre que porta, aún más curiosamente se autodescribe como “mitad negra y mitad hispana”. Por lo menos eso le dijo al periódico El Paso Times, justificando entonces que sus exclamaciones no pueden ser racistas.

Las insultadas son la Representante Estatal Nora Espinoza, y ni más ni menos que la primera gobernadora de un estado en Estados Unidos de ascendencia mexicana, la Republicana Susana Martínez, cuyos padres son oriundos de México.

La referencia de “llevar agua mexicana al cuarto piso” se refiere, una de dos, a que Espinoza anda de mandilona de Susana llevándole botellas de agua a la oficina, o simplemente a que su ascendencia tiene connotaciones políticas de algún terrible complot mexicano para apoderarse de Nuevo México o algo así. A la mejor es la segunda, porque a muchos blancos, aunque sean “negros-latinos” y Demócratas como Williams Stapleton, parece que les cuesta trabajo asimilar que el 46 por ciento de los pobladores de Nuevo México son latinos.

Martínez dijo que los comentarios de Williams Stapleton le parecían “tristes y desilusionantes” y ahí paró la cosa. La bronca de fondo, parece ser, es que la “negra-latina” Demócrata no aprueba los planes de reforma escolar de “la mexicana”.


Y El Mexicano


Todo esto me recordó a un personaje histórico, al menos en Estados Unidos, inmigrante nacido en México pero nunca reconocido por nuestro país ni por nosotros.

Se llamaba George, o Jorge, en caso de que hubiera actas de nacimiento en la Colonia Dublán, Galeana, en Chihuahua en 1907. Vivió poco allá, para el 1912, unos cuates llamados Pascual Orozco y José Inés Salazar le hicieron la vida de cuadritos a los colonos. Su familia jaló pa’l norte. En sus memorias, George se autodescribe como parte de “las primeras personas desplazadas del Siglo XX”.

Ya en gringolandia, en Los Ángeles para ser precisos, al chamaco le apodaban en la escuela “El Mex”.

Creció pobre, porque su padre era buen carpintero de la construcción pero malo para los negocios, y dos veces quebró por completo, pero era bien abusado y se metió en negocios con más suerte que su ‘apá, y luego en política.

Durante la Segunda Guerra Mundial, llegó a ser jefazo del Consejo de la Victoria de Detroit, Michigan, organizaciones creadas para aumentar la producción para satisfacer las necesidades de la guerra, y prácticamente le tocó resolver los levantamientos raciales de 1943 en esa ciudad, debidos a la discriminación contra los obreros negros que reemplazaban a los obreros blancos que andaban de soldados en Europa, consiguiéndoles vivienda subsidiada cerca de la planta de la Ford.

Para el 1950, como miembro del Consejo Ciudadano de Planeación de Vivienda, George criticó la segregación racial y agarró prestigio por su “ardiente personalidad”. Se lo jalaron como asesor de la AMC, American Motors Company, y en 1954 cuando al gerente se enfermó gravemente, lo pusieron en su puesto. Se redujo un 35 por ciento de salario, armó excelentes relaciones con el sindicato, armó un reparto de utilidades y apoyó la Ley Estatal de Trabajo.

En 1962 se le ocurrió lanzarse para Presidente de Estados Unidos. Le llamaron “Chihuahua George” y perdió las primarias Republicanas contra Richard Nixon.

Se apellidaba Romney, y por ahí en algún momento nació su hijo, Mitt.

Nomás que el hijito, el mexicanito, no se acuerdo de su papá y odia a los mexicanos. Capaz México debía darle un homenaje a “el Mex”, a “Chihuahua George”, algún premio Othli póstumo. Con el ánimo anti-mexicano de los políticos de hoy día, Demócratas y Republicanos, o Mitt Romney no llega ni a la esquina en estas elecciones, o nos damos el lujo de rebote de tener al primer Presidente “México-Americano” de Estados Unidos…

jueves, 22 de diciembre de 2011

Nuestros Otros Estados


México del Norte
Jorge Mújica Murias
mexicodelnorte@yahoo.com.mx

Con la novedad de que los latinos (cualquier cosa que eso signifique), parece que además de reclamar todos los estados que nos volaron los gringos hace un siglo y medio, parte todos de México, podemos reclamar algunos que nadie pensaba que tenían que ver con nuestra historia.

Según una reciente publicación científica, por allá por las montañas de Georgia hay un sitio arqueológico denominado, a falta de mejor nombre, como “9UN367”. Está cerquita de un lugar en medio de la nada denominado Track Rock Gap, por una montaña de apellido Brasstown Bald.

Hasta ahí nada indicaría que nosotros tenemos nada que ver con el lugar ni sus piedras ni nada. La descripción es de un sitio que mide como media milla cuadrada y tiene terrazas que se elevan más de 200 metros sobre la superficie, con 154 muros de contención y un sofisticado sistema de irrigación.

Imagínese la imagen nuestro lector, si cabe la redundancia. Unos 800 metros de construcción con más de 150 muros de terrazas para la agricultura. ¿Suena familiar? Pregunto porque a mí se me figura como una de esas estructuras llamadas “prehispánicas” regadas por México y América Central donde, a falta de valles, se cultivaban los cerros. Por obviedad, hay que mencionar que ningún grupo de habitantes conocidos del área construyó algo que se le parezca. Es más, la llamada Banda de Cherokees del Este lo considera un sitio sagrado y lo ocuparon durante algunos siglos, pero no antes de 1793.

El sitio está registrado desde 1715, cuando un judío de apellido Liube grabó su nombre en una roca en Track Rock Gap, y hay expedientes de principios de los 1800’s de “cientos de rocas y ruinas en la ladera de una colina, parecidas a muros de fuertes y de forma circular”. De hecho, los mismos expedientes reportan que los indios Cherokee del área negaron haberlos construido.

Según dicen, con ganas de asignarle un nombre, el lugar es posiblemente la mítica ciudad de Yupaha, que el explorador español Hernando de Soto buscó como loco por allá en 1540 y nunca pudo encontrar.


Boshitos del Norte


Y resulta que esta construcción no es única. Hay ruinas parecidas en Tennessee, Carolina del Sur y el oeste de Carolina del Norte.
Estos son los estados a los que me refiero en el título de esta columna, porque según todos los indicios arqueológicos de los últimos diez años, las ruinas son Maya.

Si, Maya como los Mayas de México y América Central, esos que misteriosamente desaparecieron hace unos cuantos miles de años y dejaron restos de una avanzadísima civilización.

Para empezar, el primer nombre registrado en los mapas europeos del lugar es Itsate, como se llamaban los Maya a sí mismos. Brutos como siempre, cuando los inmigrantes protestantes llegaron al lugar, por allá por 1820, adaptaron el nombre de la aldea Cherokee Itsa-ye, como “Itsaye”, que significa “latón” (“brass”), y le pusieron Brasstown. Itsa-ye, en Maya, significa “El Lugar de los Maya”. Y hay varios pueblos del mismo nombre en Tennessee, Carolina del Sur y el oeste de Carolina del Norte, cerca de sendos sitios arqueológicos.

Pa’ seguir, solamente los Maya y los antecesores de los indios Creek de Georgia construyeron estructuras de este tipo. Más aún, el lenguaje de los indios Creek tiene un montón de palabras de indudable origen mesoamericano, especialmente Totonaca.

Y además, los restos de cerámica encontrados y datados con pruebas de carbono como de alrededor de mil años antes de nuestra era en Ocmulgee, en Georgia central, son virtualmente idénticos a la llamada “Cerámica Roja Maya”.

Su exploración moderna comenzó en 1999, y gracias a un grupo de académicos indígenas americanos llamados “People of One Fire”, Gente de Una Fogata o algo así, se comprobó que las estructuras son iguales a muchas de Chiapas, Guatemala, Belize y Honduras.

Según el arqueólogo sudafricano Johannes Loubser, la antigüedad del lugar coincide con la diáspora Maya, que dejó vestigios estilo mesoamericano en Georgia, Alabama y el sureste de Tennessee. Según un reporte al “People of One Fire”, los sitios podrían ser de emigrantes Maya cansados de las guerras, hambrunas y sequías, que finalmente se mezclaron con los residentes de los lugares y formaron lo que son hoy algunas tribus de indígenas americanos.

Eso nos autorizaría a reclamar esos estados aunque, como dice mi amigo Juan Andrés Mora, no vaya a ser al revés y los gringos vayan a querer usarlo de argumento para reclamar México y Centroamérica…

jueves, 15 de diciembre de 2011

El Cherife Racista…

México del Norte
Jorge Mújica Murias
mexicodelnorte@yahoo.com.mx



Se tardaron tres años, nada que hacen las autoridades federales es rápido y sencillo, pero al final de cuentas admitieron que quienes acusamos al “cherife” Joe Arpaio de violaciones de derechos y discriminación contra los latinos teníamos razón. A la mejor el retraso era para que a todo el mundo se le olvidara que nosotros lo dijimos primero y teníamos razón, y quisieron dar la impresión de que el régimen de Barack Obama lo hizo solito.

El caso es que Arpaio está, oficialmente, fuera del programa federal de la Polimigra, 287(g), y le quedan restringidas las funciones que puede ejercer dentro del programa de Comunidades Seguras. El reporte del Departamento de Justicia dice que en sus tres años de investigación se encontró un patrón de perfilamiento racial y discriminación de parte del cherife Arpaio, y la organización de patrullas contra inmigrantes que estaban basadas en perfilamiento racial.

Además de tronarle varios millones de dólares de “ayuda” federal de los programas oficiales de Polimgra, el Departamento de Justicia seguirá investigando el uso de “fuerza excesiva” contra los latinos, que “posiblemente dañan la confianza de la comunidad hispana”, y en cambio su falta de acción en la investigación de otros crímenes, como asaltos sexuales, asignados a su agencia.

Como dato “duro”, el Departamento de Justicia señala que “los latinos son detenidos en el condado de Maricopa (sede de Arpaio) entre cuatro y nueve meses más que los no latinos”, y que “las políticas de la agencia (del cherife Arpaio), trata a todos los latinos como si estuvieran ilegalmente en el país”.

Por ultimo, el gobierno federal seguirá investigando las acusaciones de abuso de poder desde diciembre de 2009, y especialmente la actividad de la brigada anti-corrupción del cherife y el uso de millones de dólares en actividades para las que no estaban asignados.


…y La Migra Mayor


Y como todo, el buen juez no empieza por su casa, y el criticón mira la paja en el ojo ajeno pero no la viga en el ojo propio.

Al mismo tiempo que se publicó la nota sobre Arpaio, apareció en los medios de comunicación otra sobre una ex-colega de Arpaio, una política que, de hecho, fue apoyada políticamente por el cherife y recibió a cambio el apoyo político para su reelección. Su nombre es Janet Napolitano, Secretaria de Seguridad Nacional y, de hecho, jefa de toda la Migra a nivel nacional.

La notita, que obviamente nadie peló ante el impacto del reporte sobre Arpaio, venía de Los Ángeles, y trataba sobre los ciudadanos estadounidenses que han sido arrestados con base en el programa de Comunidades Seguras, uno de los que dirige Napolitano.

La nota, con información proporcionada por la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), relata cuatro detenciones de ciudadanos estadounidenses retenidos por La Migra, con los llamados “Immigration Holds”, peticiones a las autoridades policíacas locales para no liberar a un detenido basadas en la sospecha de que es un inmigrante indocumentado.

En particular, ACLU detalla el caso de Antonio Montejano, arrestado en noviembre en Santa Mónica por no pagar los dulces que sus niños se comieron mientras estuvieron en una tienda Sears, y porque al detenerlo los guardias de seguridad de la tienda descubrieron en su bolsa de compras una botellita de perfume de 10 dólares que no aparecía en el recibo. Lo más seguro es que a la cajera se le haya pasado “escanear” la botellita, porque el recibo de Montejano era de más de 600 dólares, y no es concebible que se quisiera robar, poniéndola en la bolsa de sus compras, un perfume chafa de diez varos.

Montejano se pasó cuatro días en la cárcel a pesar de que el juez del Condado ordenó su libertad, porque La Migra le puso un “hold”. Salió hasta que ACLU llevó a la cárcel su pasaporte, porque nadie le creía que era ciudadano “debido a su acento”. Como buen norteño, Montejano ha vivido ente México y Estados Unidos toda su vida, y no habla como gringo blanco, sino como hablamos todos los latinos.

Y el caso de Montejano es sólo uno, pero un reporte de octubre del Instituto Juez Earl Warren de Leyes y Políticas Sociales de la Universidad de California en Berkeley señala que La Migra arrestó, basada en su programa de Comunidades Seguras, la friolera de 3 mil 600 ciudadanos estadounidenses, nomás entre abril de 2008 y Abril de este año.

Por eso lo de la viga en el ojo propio. Yo creo que la Janet, La Migra, y p’al caso toda la administración de Barack Obama, se parecen muchísimo al cherife…

miércoles, 7 de diciembre de 2011

El Costo de la Ley

México del Norte
Jorge Mújica Murias
mexicodelnorte@yahoo.com.mx


“El gobierno de Alabama estudia emplear presos para compensar la escasez de mano de obra agrícola atribuida a la nueva ley estatal contra la inmigración ilegal, se informó el martes”.

Es el último anuncio en una larga serie de remedios contra una enfermedad que parece aquejar cada vez con mayor frecuencia a los políticos que decidieron tiempo atrás que la inmigración sin papeles era un brillante tema de campaña: la estupidez.

La Ley de Alabama, conocida como la “Ley Juan Crow”, en referencia a la vieja ley sureña aprobada cuando Abraham Lincoln firmó la abolición de la esclavitud y que establecía la segregación racial legal, es una ley estúpida. Lejos de resolver el problema inicial de la migración sin papeles, que no hay un sistema actualizado para darle papeles a los trabajadores internacionales, agrava el estado de las cosas. Es como meterle la cabeza a un asmático en una cubeta de agua argumentando que no puede respirar aire.

A Brian Cash, granjero local de tomates, la ley le va a costar 100 mil dólares, dice, porque los tomates ya se le pudrieron. Solamente 11 de sus 65 trabajadores latinos llegaron a trabajar al otro día de aprobarse la Ley HB56, y hoy solo le queda uno, su jefe de cuadrilla, que ha trabajado con el por 17 años. Y no se fue porque Cash le está patrocinando la residencia legal, que tardará nueve años y costará 17 mil dólares.

“Solo han llegado dos ‘americanos’ a pedir el trabajo, y duraron dos horas”, dice Cash. Por eso el Departamento de Agricultura e Industrias de Alabama le quiere mandar presos, para aliviar las pérdidas, aunque el mismo vocero del servicio penitenciario, Brian Corbett, dijo que sólo “hay unos 2 mil presos autorizados a salir de la cárcel para trabajar y la mayoría tiene empleo, así que no será la solución a la escasez de mano de obra causada por la ley”.


Mercedes, Honda y Bentley


Y la ley podría costar más. Hace dos semanas, Detlev Hager, alemán de 46 años, fue arrestado y encarcelado por no tener a la mano su pasaporte y por lo tanto ser incapaz de demostrar que estaba legalmente en Estados Unidos. La bronca se resolvió cuando un auxiliar del ejecutivo, parte del personal internacional de la Mercedes-Benz en Alabama, mostró su pasaporte en la Corte. Como país favorecido por la absurda ley de migración del país, Hager ni siquiera necesita visa, sino que la salva con mostrar que es alemán.

Y luego, hace una semana, le tocó el turno a Ichiro Yada, japonés detenido manejando porque no traía licencia de manejo de Alabama. En vano Ichiro Yada mostró su licencia internacional de manejar, su pasaporte japonés y un permiso de trabajo emitido por el Departamento de Estado de Estados Unidos. De todas maneras le tocó una multa por no tener la licencia que la Ley HB56 hace obligatoria. Yada finalmente consiguió que le quitaran la multa cuando mostró, de nuevo en Corte, su licencia japonesa. Ichiro, por más señas, es también trabajador internacional de una automotriz, la Honda.

El caso es que entre la Honda y la Mercedes emplean a unos 3 mil trabajadores en Alabama, en su mayoría güeros, y e idiotismo de la Ley HB56 está poniendo sus chambas en riesgo. Lejos de ser una “ley para crear trabajos”, como la plantearon originalmente los tarados legisladores Republicanos, podría probar ser una ley que haga perder trabajos al estado.

Eso, claro, además de hacerla perder esa fuerza de trabajo que, como alguna vez dijera Vicente Fox, “hace el trabajo que ni los negros quieren hacer”. Y ni los afro-americanos ni los presos van a hacer su trabajo. Si a cada granjero le cuesta lo que a Cash, les va a salir muy caro el chiste.

A menos que todo sea un pleito de marcas de carro. A final de cuentas, el gobernador Republicano que la firmó no se apellida Mercedes ni Benz ni Honda. Es el gobernador Robert Bentley.