México
del Norte
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Felicitación
Anticipada
Antes de escuchar o leer el anuncio de
Barack Obama de tratar de manera diferente a un sector de jóvenes
indocumentados, escuche y leí las reacciones en contra.
Curiosamente, no
todas venían del mismo lugar, ni estaban basadas en los mismos argumentos. Las
primeras me llegaron del lado del Tea Party, esa organización ultraderechista
que califican a Obama de socialista, diciendo que había que pararlo en seco
antes de que diera la ciudadanía automática a todos los inmigrantes
indocumentados (y pidiendo lana para hacerlo, claro).
Las otras venían de
individuos jóvenes y organizaciones de inmigrantes indocumentados, como la Liga
Juvenil de Justicia Migratoria, recibiendo el anuncio como “un buen paso pero
insuficiente”, y clamando que la lucha seguirá hasta que haya una reforma
migratoria integral.
Después me llegó
una andanada de e-mails de organizaciones no lucrativas y un montón de enlaces
electrónicos a artículos de distintos medios de comunicación, entre los que
había “lágrimas de felicidad”, calurosas felicitaciones al Presidente, y frases
equivocadas del estilo de “gran regocijo por la “victoria” y agradeciéndole por
haber abierto “un camino a la ciudadanía” para “más de un millón de jóvenes”
indocumentados y etcétera. Huelga decir que las organizaciones firmantes no
tienen inmigrantes indocumentados entre sus filas, por aquello de que no es
legal contratarlos y la absoluta mayoría no se quieren arriesgar a que los cache
la Migra.
Al final, menos de
12 horas después del anuncio, llegó la última tanda, más en el tono de
advertencia contra “los notarios y abogados sin escrúpulos” que pueden querer
aprovecharse de la situación para hacer su agosto entre los incautos que crean
que ya hubo una “amnistía”, y las declaraciones de cautela de los mismo
jóvenes, básicamente diciendo que no le creen del todo a Barack Obama.
En conclusión, llegó
el aterrizaje forzado, la vuelta a la realidad. El anuncio de Obama es
demasiado poquito y demasiado tardío para ser realmente favorable a los
inmigrantes sin papeles.
Desesperación
Tardía
“Es poco, eso es cierto”, comentó mi amigo Carlos Arango a una
aseveración mía de que era demasiado poco y demasiado tarde. “Pero no es
demasiado tarde para Obama… está a punto de reelegirse”.
Tiene
toda la razón. Barack Obama podía haber hecho lo mismo hace tres años, pero está
justo a tiempo de decir “o votan por mí o ni siquiera esto van a conseguir”.
Esa es, me parece a mí, la jugada del presidente.
El
anuncio es que los jóvenes de 15 a 30 años, que estén estudiando o hayan
estudiado por lo menos la secundaria (o High School), o tengan su Certificado
de equivalencia (GED), pueden solicitar un permiso de trabajo. También los que
hayan servido en el ejército, lo cual todos sabemos que es ilegal. Ningún
indocumentado puede legalmente se4rvir en el ejército.
Si les dan el
permiso, lo cual queda a discreción del agente de USCIS (Servicio de Ciudadanía
e Inmigración de Estados Unidos), será válido por dos años, al cabo de los
cuales pueden volver a pedirlo, sin garantía tampoco de que se los den. Si
Inmigración lo decide, por cualquier motivo y sin explicación necesaria, puede
revocar los permisos cuando quiera.
No hay forma de pasar
después a la Residencia Legal Permanente, y mucho menos a la ciudadanía; no hay
forma de solicitar la legalización de los padres ni nada. Es interesante,
porque es la forma mínima de darle a los jóvenes un papel para que trabajen y
paguen impuestos, sin darles nada más. Es absolutamente ineficiente como trato
a un ser humano, al que legalmente le van a estar negados todos los demás
derechos.
Es una jugada
maestra en términos políticos. Da muy poco y condicionado a la reelección
presidencial, porque ni siquiera es una Orden Ejecutiva, sino solamente una
instrucción que, en caso de que gane Mitt Romney, seguramente será echada para
atrás en cualquier momento, y el gobierno ya tendrá en su base de datos la
información de los jóvenes.
Por así decirlo,
Obama juega dos desesperaciones una en contra de la otra. El Presidente está lo
suficientemente desesperado como para aventarse una jugada que le puede costar
políticamente cara, pero que al mismo tiempo le puede traer los ansiados votos
latinos para reelegirse. La otra desesperación es la de los jóvenes, que han
vivido toda su vida sin papeles y que posiblemente estén dispuestos a jugarse
el todo por el todo con tal de agarrar las migajas que se les ofrecen.