lunes, 12 de noviembre de 2012

¿De veras nos la debe?


México del Norte
Jorge Mújica Murias
mexicodelnorte@yahoo.com.mx

¿De veras nos la debe?

Prácticamente cualquier artículo escrito después de las elecciones relacionado con la comunidad inmigrante insiste en que Barack Obama, reelecto presidente de Estados Unidos, “nos la debe”.
            “Un diez por ciento de los votantes son latinos, un uno por ciento más que en 2008 y s por ciento más que en 2004”, y “un 71 por ciento de los latinos votaron por Obama”, dicen estos comentarios. En Nevada, Colorado y Nuevo México, los latinos le proporcionaron el triunfo a Obama”, dice Matt Barreto, dirigente de Decisiones Latinas, una organización de investigación, “y en unión con los afro-americanos, le dieron el triunfo en Florida”.
            Es interesante. Obama se llevó, efectivamente, el 71 por ciento del voto latino, comparado con un 67 por ciento en 2008, y un ridículo 53 por ciento de apoyo al candidato Demócrata John Kerry contra George Bush en 2004. Pero no es cierto que haya ganado por el voto latino.
            Como el lector recordará, el voto popular no elige al Presidente de Estados Unidos, sino el voto del Colegio Electoral. Y Obama le dio una patiza a Mitt Romney en votos electorales, 332 contra 206. Los únicos estados donde el voto latino, asumiendo que se votara en bloque, le dieron el triunfo a Obama, fueron Nuevo México, Nevada, California, Florida, y Colorado. Aún si quitamos todos los estados donde hay más votantes latinos que la diferencia necesaria para ganar, Barack Obama hubiera ganado más Votos Electorales que Romney. En Virginia, Iowa, Wisconsin, Carolina del Norte y otros estados clave, no hay suficientes latinos (y para el caso tampoco afro americanos), como para hacer una diferencia. Hay más mujeres, veteranos de guerra, jóvenes entre 18 y 29 años, y cualquiera de esas categorías si hubiera hecho la diferencia.
            No “nos la debe”, por más cuentas alegres que se quieran hacer. Los latinos votaron pero no decidieron la elección.

Nos La Tiene Que Pagar

Pero aunque no nos la deba, nos la tiene que pagar.
            Afortunadamente, la impresión de que si “elegimos a Obama” ha servido para reanimar el tema de la reforma migratoria, empezando por los Republicanos. Es obvio que perdieron el voto latino, y algunas encuestas de salida indican que dos terceras partes de los votantes de todo tipo apoyan una reforma migratoria, en vez de las políticas de “deportarlos a todos” o de hacerles la vida de cuadritos para que se “autodeporten”.
            Los senadores Lindsey Graham y Chuck Schumer, Republicano y Demócrata, ya comenzaron a trabajar el tema, aunque no dan detalles precisos de cómo hacerlo. Repiten la vieja cantaleta de “asegurar la frontera” y “ejercer las leyes”, pero mencionan también por ahí el famoso “camino a la ciudadanía”. Dice Graham que hay que ser “firmes y justos”, que “los inmigrantes tienen que ponerse a mano con el gobierno (como si les debiéramos algo), pagar impuestos, hablar inglés y ponerse al final de la cola” para poder hacerse ciudadanos. Schumer hace eco del Republicano, diciendo que “habrá camino a la ciudadanía pero no amnistía”, e incluye, después de hacer la cola, que “hay que tener un trabajo y no se pueden cometer crímenes”.
            Sin detalles tampoco, el líder republicano en la Casa de Representantes, John Boehner, dice que está bien hablar de reforma migratoria, pero que “Obama debe dirigir el esfuerzo”, y señala que “no se trata de una ley de 3 mil páginas, sino de ir paso por paso, asegurar la frontera, ejercer las leyes y arreglar un sistema de inmigración que no funciona”.
            Hasta el Vicepresidente Joe Biden, silencioso la mayoría del tiempo, se lanzó al ruedo diciendo que se siente “muy optimista” sobre las posibilidades de una reforma migratoria, porque “la elección fue un despertar muy rudo para los Republicanos”, y “con unos cuantos votos de su parte podemos aprobarla”.
            Y parece que a nadie se le escapa la cuenta económica. Legalizar a los inmigrantes sin documentos, basados en la experiencia de la llamada “Amnistía de 1985”, según cuentas del Centro por el Progreso Americano, le inyectaría 150 mil millones de dólares a la economía en diez años, porque le permitiría a los trabajadores negociar mejores salarios,  y ese dinero se gastaría en la economía local, en los pequeños negocios de los que depende la economía nacional en muy alta proporción.
            Como quien dice, sea porque les espantaron las cuentas electorales, o porque entienden la necesidad de trabajadores regulares, los políticos están dispuestos a legalizar a los inmigrantes sin documentos. Hay que tomarles la palabra, porque números y política aparte, de que “nos la deben, nos la deben”, y nos la tienen que pagar…


viernes, 2 de noviembre de 2012

Indocumentados de Origen


México del Norte
Jorge Mújica Murias

Indocumentados Apoyados

Unos 50 millones de personas en el mundo, según la Unicef, Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, son “despapelados de origen”; es decir, no tienen  documentos de identidad. Esto significa, en esta modernísima sociedad, que no son “personas” desde el punto de vista de las leyes, y que obviamente no son “ciudadanos”, por aquello de que cualquier cosa que se trate de hacer en la vida requiere de algún tipo de identificación.
            “No puedes entrar a la escuela, sacar credencial de elector, tener servicios de salud o recibir beneficios públicos”, dice Oscar Ortiz, director general en México de la organización internacional Be Foundation, según reporta el diario La Jornada. En pocas palabras “No tienes derecho a tener derechos”, aunque la Convención Internacional de los Derechos del Niño establece como primer derecho el tener nombre y nacionalidad.
            Un montón de esas personas, como sabe el lector, son mexicanos que viven en Estados Unidos. Jóvenes o viejos, hombres y mujeres, cuya mejor identificación es la identificación de la fábrica que los explota, y que no les sirve más que para cambiar un cheque de salarios a cambio de una fuerte comisión.
            Por eso es loable una petición que hizo el Senado de la República la semana pasada, de que se apoye a los jóvenes mexicanos radicados en Estados Unidos y que no tienen documentos, para que puedan beneficiarse del llamado DACA, el Programa de Acción (Deportación) Diferida, que le daría permisos de trabajo por dos años a algunos indocumentados.
            Pide el Senado a la Secretaría de Relaciones Exteriores y al Ejecutivo que “realice las gestiones pertinentes para exentarlos del pago de la matrícula consular y del desembolso de 465 dólares por concepto de solicitud de dicho programa”. No estaría mal, aunque saldría caro. Si la teoría es cierta, tal vez un millón de mexicanos despapelados en Estados Unidos no tendrían que pagar los 29 millones de dólares de Matrículas (de a 29 dólares por piocha), ni 465 millones de dólares de trámites.
            Ahí va a torcer la puerca el rabo, porque no creo que Relaciones Exteriores suelte 6 mil millones de pesos para los expatriados.

Indocumentados de Origen

Para mí que saldría más barato tratar el problema (al menos para el futuro), desde su origen, en México.
            Resulta que la despapelada comienza allá. Según el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, unos 12 millones de mexicanos “no existen”, porque no tienen acta de nacimiento.
            Otro documento, del Banco Interamericano de Desarrollo, pone la cifra en 14.2 por ciento de la población menor de cinco años, es decir, unos 600 mil niños al año que son registrados ante el gobierno.
            “Sin registro”, dice Ortiz, “esta población es presa fácil del crimen organizado, víctimas de múltiples delitos y también ejecutores de los mismos, pues si no tienen personalidad jurídica no pueden ser ligados con nadie, ni defendidos, y por eso al morir muchos de ellos terminan en la fosa común”. Obviamente además, no están calculados en la población y eso lleva a menores presupuestos de servicios públicos.
            El registro es particularmente difícil en las zonas más pobres, con el agregado de que si no se registra al niño antes de los 6 meses de nacido, los papás tienen que caerse con multas entre 300 y 800 pesos, y registrar un adulto implica pagar abogado para sacar una “constancia de inexistencia de registro”. “¡Es casi como obtener un doctorado!”, señala Ortiz. “En broma, se dice que al no existir no se puede uno morir, pero en serio, no se puede tener una muerte digna ni heredar. Son personas invisibles, no-personas, y su estatus jurídico es inferior al de un animal o un objeto. Los celulares, los carros y hasta el ganado están registrados, pero una persona sin acta de nacimiento está por debajo de ese nivel”.
            Habría que recomendarle a los Senadores que en vez de andar haciendo “peticiones” a Relaciones Exteriores y al Ejecutivo, se pongan las pilas y cambien las leyes que impiden a la gente registrarse en México, y de hecho también en el exterior, porque sacar una Matrícula Consular o un Pasaporte mexicano en un consulado es como otro doctorado más.
            Saldría más barato y remediaría buena parte de los problemas que enfrenta nuestra población de este lado por la falta de papeles, no solamente los gringos, sino los mexicanos…