México
del Norte
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¿De veras
nos la debe?
Prácticamente cualquier artículo escrito
después de las elecciones relacionado con la comunidad inmigrante insiste en
que Barack Obama, reelecto presidente de Estados Unidos, “nos la debe”.
“Un
diez por ciento de los votantes son latinos, un uno por ciento más que en 2008
y s por ciento más que en 2004”, y “un 71 por ciento de los latinos votaron por
Obama”, dicen estos comentarios. En Nevada, Colorado y Nuevo México, los
latinos le proporcionaron el triunfo a Obama”, dice Matt Barreto, dirigente de
Decisiones Latinas, una organización de investigación, “y en unión con los
afro-americanos, le dieron el triunfo en Florida”.
Es
interesante. Obama se llevó, efectivamente, el 71 por ciento del voto latino,
comparado con un 67 por ciento en 2008, y un ridículo 53 por ciento de apoyo al
candidato Demócrata John Kerry contra George Bush en 2004. Pero no es cierto que haya
ganado por el voto latino.
Como
el lector recordará, el voto popular no elige al Presidente de Estados Unidos,
sino el voto del Colegio Electoral. Y Obama le dio una patiza a Mitt Romney en
votos electorales, 332 contra 206. Los únicos estados donde el voto latino,
asumiendo que se votara en bloque, le dieron el triunfo a Obama, fueron Nuevo
México, Nevada, California, Florida, y Colorado. Aún si quitamos todos los estados
donde hay más votantes latinos que la diferencia necesaria para ganar, Barack
Obama hubiera ganado más Votos Electorales que Romney. En Virginia, Iowa,
Wisconsin, Carolina del Norte y otros estados clave, no hay suficientes latinos
(y para el caso tampoco afro americanos), como para hacer una diferencia. Hay
más mujeres, veteranos de guerra, jóvenes entre 18 y 29 años, y cualquiera de
esas categorías si hubiera hecho la diferencia.
No
“nos la debe”, por más cuentas alegres que se quieran hacer. Los latinos
votaron pero no decidieron la elección.
Nos
La Tiene Que Pagar
Pero aunque no nos la deba, nos la tiene
que pagar.
Afortunadamente,
la impresión de que si “elegimos a Obama” ha servido para reanimar el tema de
la reforma migratoria, empezando por los Republicanos. Es obvio que perdieron
el voto latino, y algunas encuestas de salida indican que dos terceras partes
de los votantes de todo tipo apoyan una reforma migratoria, en vez de las
políticas de “deportarlos a todos” o de hacerles la vida de cuadritos para que
se “autodeporten”.
Los
senadores Lindsey Graham y Chuck Schumer, Republicano y Demócrata, ya
comenzaron a trabajar el tema, aunque no dan detalles precisos de cómo hacerlo.
Repiten la vieja cantaleta de “asegurar la frontera” y “ejercer las leyes”,
pero mencionan también por ahí el famoso “camino a la ciudadanía”. Dice Graham
que hay que ser “firmes y justos”, que “los inmigrantes tienen que ponerse a
mano con el gobierno (como si les debiéramos algo), pagar impuestos, hablar
inglés y ponerse al final de la cola” para poder hacerse ciudadanos. Schumer
hace eco del Republicano, diciendo que “habrá camino a la ciudadanía pero no amnistía”,
e incluye, después de hacer la cola, que “hay que tener un trabajo y no se
pueden cometer crímenes”.
Sin
detalles tampoco, el líder republicano en la Casa de Representantes, John
Boehner, dice que está bien hablar de reforma migratoria, pero que “Obama debe
dirigir el esfuerzo”, y señala que “no se trata de una ley de 3 mil páginas,
sino de ir paso por paso, asegurar la frontera, ejercer las leyes y arreglar un
sistema de inmigración que no funciona”.
Hasta
el Vicepresidente Joe Biden, silencioso la mayoría del tiempo, se lanzó al
ruedo diciendo que se siente “muy optimista” sobre las posibilidades de una
reforma migratoria, porque “la elección fue un despertar muy rudo para los
Republicanos”, y “con unos cuantos votos de su parte podemos aprobarla”.
Y
parece que a nadie se le escapa la cuenta económica. Legalizar a los
inmigrantes sin documentos, basados en la experiencia de la llamada “Amnistía
de 1985”, según cuentas del Centro por el Progreso Americano, le inyectaría 150
mil millones de dólares a la economía en diez años, porque le permitiría a los
trabajadores negociar mejores salarios,
y ese dinero se gastaría en la economía local, en los pequeños negocios
de los que depende la economía nacional en muy alta proporción.
Como
quien dice, sea porque les espantaron las cuentas electorales, o porque
entienden la necesidad de trabajadores regulares, los políticos están
dispuestos a legalizar a los inmigrantes sin documentos. Hay que tomarles la
palabra, porque números y política aparte, de que “nos la deben, nos la deben”,
y nos la tienen que pagar…