viernes, 2 de noviembre de 2012

Indocumentados de Origen


México del Norte
Jorge Mújica Murias

Indocumentados Apoyados

Unos 50 millones de personas en el mundo, según la Unicef, Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, son “despapelados de origen”; es decir, no tienen  documentos de identidad. Esto significa, en esta modernísima sociedad, que no son “personas” desde el punto de vista de las leyes, y que obviamente no son “ciudadanos”, por aquello de que cualquier cosa que se trate de hacer en la vida requiere de algún tipo de identificación.
            “No puedes entrar a la escuela, sacar credencial de elector, tener servicios de salud o recibir beneficios públicos”, dice Oscar Ortiz, director general en México de la organización internacional Be Foundation, según reporta el diario La Jornada. En pocas palabras “No tienes derecho a tener derechos”, aunque la Convención Internacional de los Derechos del Niño establece como primer derecho el tener nombre y nacionalidad.
            Un montón de esas personas, como sabe el lector, son mexicanos que viven en Estados Unidos. Jóvenes o viejos, hombres y mujeres, cuya mejor identificación es la identificación de la fábrica que los explota, y que no les sirve más que para cambiar un cheque de salarios a cambio de una fuerte comisión.
            Por eso es loable una petición que hizo el Senado de la República la semana pasada, de que se apoye a los jóvenes mexicanos radicados en Estados Unidos y que no tienen documentos, para que puedan beneficiarse del llamado DACA, el Programa de Acción (Deportación) Diferida, que le daría permisos de trabajo por dos años a algunos indocumentados.
            Pide el Senado a la Secretaría de Relaciones Exteriores y al Ejecutivo que “realice las gestiones pertinentes para exentarlos del pago de la matrícula consular y del desembolso de 465 dólares por concepto de solicitud de dicho programa”. No estaría mal, aunque saldría caro. Si la teoría es cierta, tal vez un millón de mexicanos despapelados en Estados Unidos no tendrían que pagar los 29 millones de dólares de Matrículas (de a 29 dólares por piocha), ni 465 millones de dólares de trámites.
            Ahí va a torcer la puerca el rabo, porque no creo que Relaciones Exteriores suelte 6 mil millones de pesos para los expatriados.

Indocumentados de Origen

Para mí que saldría más barato tratar el problema (al menos para el futuro), desde su origen, en México.
            Resulta que la despapelada comienza allá. Según el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, unos 12 millones de mexicanos “no existen”, porque no tienen acta de nacimiento.
            Otro documento, del Banco Interamericano de Desarrollo, pone la cifra en 14.2 por ciento de la población menor de cinco años, es decir, unos 600 mil niños al año que son registrados ante el gobierno.
            “Sin registro”, dice Ortiz, “esta población es presa fácil del crimen organizado, víctimas de múltiples delitos y también ejecutores de los mismos, pues si no tienen personalidad jurídica no pueden ser ligados con nadie, ni defendidos, y por eso al morir muchos de ellos terminan en la fosa común”. Obviamente además, no están calculados en la población y eso lleva a menores presupuestos de servicios públicos.
            El registro es particularmente difícil en las zonas más pobres, con el agregado de que si no se registra al niño antes de los 6 meses de nacido, los papás tienen que caerse con multas entre 300 y 800 pesos, y registrar un adulto implica pagar abogado para sacar una “constancia de inexistencia de registro”. “¡Es casi como obtener un doctorado!”, señala Ortiz. “En broma, se dice que al no existir no se puede uno morir, pero en serio, no se puede tener una muerte digna ni heredar. Son personas invisibles, no-personas, y su estatus jurídico es inferior al de un animal o un objeto. Los celulares, los carros y hasta el ganado están registrados, pero una persona sin acta de nacimiento está por debajo de ese nivel”.
            Habría que recomendarle a los Senadores que en vez de andar haciendo “peticiones” a Relaciones Exteriores y al Ejecutivo, se pongan las pilas y cambien las leyes que impiden a la gente registrarse en México, y de hecho también en el exterior, porque sacar una Matrícula Consular o un Pasaporte mexicano en un consulado es como otro doctorado más.
            Saldría más barato y remediaría buena parte de los problemas que enfrenta nuestra población de este lado por la falta de papeles, no solamente los gringos, sino los mexicanos…

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