México del Norte
Jorge Mújica Murias
jmujicam@gmail.com
Para cuando el lector lea esta columna, la Ciudad de México estará siendo sede de una reunión anual que, este año, podría significar mucho para los migrantes. Podría, digo, porque no es obligatorio sino que depende de las políticas de cada gobierno acompañado de las ganas de hacer algo.
Es la reunión anual de cónsules y embajadores mexicanos con el presidente de la República, que se supone debe definir el rumbo de la actuación de estos señores alrededor del mundo, y su trabajo en el año que se inicia.
En esta ocasión, además de iniciar el año se inicia sexenio, y eso podría hacer la reunión un poco más interesante. De nuevo, podría, porque tampoco es obligatorio que las reuniones salgan bien y sus conclusiones le favorezcan a alguien, como los migrantes por ejemplo.
Y pa’ cerrar el panorama, la reunión marca también el inicio de un sexenio con otro partido en el poder, el PRI, después de 12 años de PAN. El cambio será importante, porque muchos puestos diplomáticos tradicionalmente se han utilizado como trampolines y puestos de transición. Desde el ex gobernador perdidoso al futuro senador, pasando por el ex Alcalde que como no servía para nada más alto terminaba de cónsul, y algún ex presidente incómodo como embajador en las Islas Fiji, el PRI tenía como costumbre usar las embajadas y consulados para esperar hasta la siguiente elección.
Cuando Vicente Fox llegó al poder, se enteró que el PAN no tenía prácticamente a nadie en el Servicio Exterior, y que el cuadro diplomático era todo priísta. Hoy, a doce años de distancia, el PAN ocupa la mayoría de las plazas, y eso se requetecomprobó con el operativo para registrar votantes panistas en el extranjero, único lugar donde le fue bien a Josefina Vázquez Mota.
Los priístas no quieren que la cosa siga así, y la rebatinga por los puestos esté de a peso.
Revlon, Baygón o Ruta 100
El director de orquesta para retomar el cuerpo diplomático es José Antonio Meade Kuribreña, priísta de hueso colorado, sin ninguna experiencia en el servicio exterior y diplomático, aunque sí ha tenido experiencia internacional, dirigiendo reuniones de banqueros, del Fondo Monetario Internacional y el G20.
Es abogado y economista, y se especializa en Economía del Derecho, graduado de Yale, la UNAM y el ITAM. Fue Director General de Banca y Ahorro de Hacienda y Crédito Público y Director General de Banrural, al que “saneó” desapareciéndolo y creando la Financiera Rural, en una medida llena de irregularidades legales y financieras. Al frente de la Financiera, Meade se apuntó el “triunfo” de reducir el nivel productivo con sus préstamos, inferiores a los números que sacaba Banrural.
Su premio fue convertirse en Coordinador de Asesores de Agustín Carstens, Secretario de Hacienda y Crédito Público, y por lo tanto negociador de la famosa reforma fiscal, ésa que aumentó los impuestos a los trabajadores y le concedió subsidios a las empresas transnacionales.
Premiado de nuevo, pasó a la Subsecretaría de Ingresos de Hacienda, y defendió el menos famoso IETU, impuesto empresarial que exceptúa de pagar impuestos, entre otros, a las compañías de remesas, a menos de que “exclusivamente se dediquen a la compraventa de divisas” y obtengan de ellas “más del 90 por ciento de su ingreso”. Las tiendas Elektra, por cierto, también venden muebles…
Premiado nuevamente, Felipe Calderón lo nombró Secretario de Energía (para los que siguen diciendo que el PAN es diferente del PRI), y como responsable de Pemex firmó los primeros contratos privados para exploración y producción, denunciadas como ilegales en el Congreso Mexicano. De ahí pasó a ser Secretario de Hacienda y Crédito Público, encargado de los recortes de presupuesto de la educación y la salud, pese a que México tenía los más altos ingresos tributarios de su historia.
Peña Nieto lo responsabilizará de hacer que México luzca bien en el extranjero, y que a todo el mundo se le olvide la violencia y los miles de muertos (982 en el primer mes del “nuevo PRI”, 33 más que en noviembre).
Pero a los priístas les vale sorbete la política. El pleito real entre los que quieren hueso está en irse a la Ruta Revlon, la Ruta Baygón, o a la Ruta 100.
Así le llaman, respectivamente, a los puestos diplomáticos de Europa, especialmente Francia, Inglaterra, el Vaticano, España y Alemania, a los huesitos de América Latina y el Caribe, y finalmente a las oficinas para la expedición de pasaportes y sedes similares, conocidas como la Ruta 100.
Con Meade Kuribreña al frente, los migrantes podemos esperar… nada.
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