México del Norte
Jorge Mújica Murias
mexicodelnorte@yahoo.com.mx
Arizona es “caliente” en muchos sentidos. En sus no tres sino “cuatro meses de verano” de junio a septiembre, las temperaturas altas promedio están por encima de los 100 grados Fahrenheit. Desde hace un par de años es más caliente todavía, por la estúpida y racista ley contra los inmigrantes sin papeles, y hace unas semanas subió a los 451 grados Fahrenheit.
Ni se preocupen nuestros lectores latinos en hacer la conversión a grados centígrados, porque ni viene al caso ni hablamos de temperatura ambiental, sino la temperatura a la que se quema el papel. No es que yo me las haga de sabiohondo, sino que así se llama un popularísimo libro de Ray Bradbury, que habla de una sociedad que vive bajo un régimen dedicado a quemar libros por considerar que contribuyen a la confusión de la sociedad y no a ganar conocimientos variados y distintos.
Así, como salido del libro de Bradbury, es el Código A.R.S. § 15-112 de Arizona, impulsado por el Superintendente de Instrucción Pública del Estado, John Huppenthal, que prohíbe los cursos y clases que “promuevan el derrocamiento del gobierno de Estados Unidos; el resentimiento hacia una raza o clase de personas; que estén diseñados primordialmente para estudiantes de un grupo étnico particular, o que promuevan la solidaridad étnica en vez de tratar a los estudiantes como individuos”.
Como toda ley idiota, fue demandada en Corte pero desgraciadamente el Juez la apoyó y ahora está vigente. Y los libros usados en el Programa de Estudios México-Americanos de Tucson, según Huppenthal, dicen que “Las minorías latinas han sido y siguen siendo explotadas por la mayoría caucásica”. Por lo tanto, quedaron prohibidos.
Huppental le cortó en febrero 5 millones de dólares al Distrito Escolar de Tucson, por lo cual “los libros fueron sacados de las aulas, puestos en cajas y enviados al depósito de Libros de Texto”, declaró la vocera escolar Cara René, y el Programa de Estudios México-Americanos fue clausurado.
Los “Wet-Books”
Así las cosas, un grupo de texano-chicanos y otros “vatos” se acaban de convertir, declaradamente, en “contrabandistas de libros hacia Nazizona, antes conocida como Arizona.
Ante la quema virtual de libros, estilo Adolfo Hitler o Augusto Pinochet, el grupo de “librotraficantes” está dedicada a juntar libros para cruzarlos la frontera de Arizona en marzo y reglarlos a quien los quiera leer y para crear “bibliotecas clandestinas”, al estilo del escrito de Bradbury.
La caravana de “librotraficantes” estará integrada por famosos autores de libros ahora prohibidos en el estado, como Luis Urrea, Carmen Tafolla, Bárbara Renaud González, Denise Chávez, Rudolfo Anaya, Sandra Cisneros, Helena María Viramontes, y una docena más, y apoyada por otros conocidos artistas e intelectuales latinos, como Lalo Alcaraz, creador de la tira cómica “La Cucaracha”, e instituciones como el Guadalupe Cultural Arts Center de San Antonio y el National Hispanic Cultural Center de Albuquerque.
Tony Díaz, dirigente del proyecto de los “wet-books”, por aquello de los “wet-backs”, espaldas mojadas, y fundador de un grupo llamado Nuestra Palabra: Escritores Latinos Con Algo Que Decir, señala que “A Rosa Parks le negaron un asiento en el camión, a nosotros nos están negando nuestros libros, y eso nos ofende hasta el alma. Tenemos que responder”.
La caravana de Librotraficantes partirá de Houston el 12 de marzo, pasará por San Antonio y El Paso, Texas; Mesilla y Albuquerque, en Nuevo México, y terminará en Tucson, Arizona, el viernes 16 de marzo. De paso, el 17 celebrarán al Batallón de San Patricio, grupo de soldados irlandeses que desertaron del ejército gringo que invadía México en 1848, y se pasaron de nuestro lado. La celebración será para “recordar cómo los irlandeses y mexicanos colaboraron en el pasado”, dicen los Librotraficantes. Por no dejar, al pasar por San Antonio los Librotraficantes se echarán un rollito en el fuerte de El Álamo, histórico sitio donde el ejército mexicano le partió hasta el alma al ejército invasor gringo. Ya en Tucson, se repartirán los libros que queden por medio de una camioneta bautizada como la “Libros Libres Taco Truck”.
Según Tony Díaz, “Sus nietos le preguntarán a todo el mundo dónde estuvo cuando se hizo la Caravana de Librotraficantes del 2012. Habrá que responder ‘Yo apoyé a Tucson, yo apoyé la cultura, yo apoyé la libertad de expresión”.
Yo, mañana me voy a comprar todos nuestros libros en las reventas de a 25 centavos y un dólar, y se los mando a Houston. Si usted, querido lector, quiere hacer lo mismo, contáctelos en www.librotraficante.com.
Y “V” for Victory, Vat@s!!
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