México
del Norte
Jorge Mujica
Jorge Mujica
¡Tenia que ser! De todas las comisiones del
nuevo Senado mexicano, una fue rotundamente despreciada por los legisladores.
Como si el tema no tuviera chiste ni importancia, la Comisión de Migración tenía
una sola integrante, su presidenta, mejor conocida por su velocidad que por su
relación con el tema.
Es
Ana Gabriela Guevara, la famosa corredora mexicana caída de la gracia de las
autoridades por su innegable rebeldía. Elegida senadora por el Partido del
Trabajo, Ana sufrió su primera derrota legislativa cuando la rechazaron para
presidir la Comisión
de Deportes, asignada a un mandilón del Verde Ecologista, y como premio de
consolación le dieron la recién creada de Asuntos Migratorios.
La segunda derrota
fue tratar de instalar la Comisión
y enterarse de que estaba más sola que Blanca Nieves cuando los enanitos se
iban a trabajar. De todas formas instaló la Comisión , solita. En representación de los que
debían integrarla pero no han sido nombrados, porque los senadores insisten en formar
parte de otras comisiones en la cámara alta, estuvieron por el PAN el chicano senador
por Baja California, Ernesto Ruffo Appel, nacido en San Diego, la senadora del
PRI por Nuevo León, Marcela Guerra Castillo, y el priísta Eviel Pérez Magaña,
acusado de fraude y desvío de recursos en Oaxaca.
Capaz
le hubiera valido más quedarse sola que andar en tales compañías, pero el caso
es que la Comisión
de Asuntos Migratorios ya existe.
La
otra solitaria, aunque de otro modo, es la diputada del PRD, Amalia García Medina,
exgobernadora de Zacatecas y ahora de vuelta en funciones legislativas.
Amalia
no está tan sola como Guevara, porque en la Cámara de Diputados hay tanto chango ahí si
alcanza para cada mecate, pero tampoco tiene la mejor compañía. De sus 20
integrantes, 14 son priístas, panistas y del Partido Verde Ecologista. Le
tocará remar contra los que cometieron el último fraude electoral y sus
comparsas. Por lo menos, Amalia tiene experiencia en el campo de la migración,
con parte de su familia y la mitad de los paisanos de su estado viviendo fuera
del país.
Contra
la corriente
Entre las dos, a las izquierdistas les
tocará frenar la agenda anti imigrante priísta y panista.
Y
no es poca tarea. Para comenzar, deberán frenar la propuesta de Peña Nieto de
crear una Patrulla Fronteriza estilo gringo pero en México, no para parar a los
gringos que quieran pasar de norte a sur, sino a los centroamericanos que cada
año entran al país no con ganas de quedarse sino con ganas de salir pero por el
otro lado, hacia Estados Unidos.
Para
seguir, el PAN quiere empeorar, si esto es posible, la nueva Ley Mexicana de
Migración aplicando, a su manera, su pésimo reglamento. Para muestra va un botón:
La Secretaría
de Gobernación pretende no darle visa a quienes transitan por territorio
nacional rumbo a Estados Unidos, en contradicción con el texto de la Ley , que crea la figura de “extranjero
en tránsito” y lo autoriza a quedarse hasta por 180 días. La idea era “legalizar”
por medio año a los migrantes, para hacerlos menos vulnerables a la extorsión
por parte de autoridades que, si los detectan, los “custodian” (mal sinónimo de
“arrestar”), y luego los deportan.
Según
Gobernación, la visa “sólo se otorgará a quienes tengan solvencia económica
suficiente para cubrir sus gastos de alojamiento y alimentación durante su
estancia en territorio nacional”. La interpretación de los panistas de
Gobernación es que “en ninguno de los artículos de la Ley de Migración se señala que
los indocumentados que transiten por territorio nacional rumbo a Estados Unidos
pueden ser beneficiarios de la visa por razones humanitarias”.
Ante
su soledad, Guevara ya está llamando a “instituciones, organizaciones no gubernamentales,
migrantes, sociedad civil, universidades y los tres niveles de gobierno”, a
foros para recibir análisis y propuestas sobre los asuntos migratorios. Los
migrantes ya le agarraron la palabra, y pidieron en una carta con más de 300
firmas, que se integre por lo menos un migrante a su equipo de trabajo de
manera permanente, para dar una opinión autorizada y con conocimiento al
discutirse el tema.
Guevara
no inicia mal. Su falta de conocimiento específico del tema se compensa con una
excelente postura política: “El Estado ha manifestado su debilidad y ha
apostado a tratar de hacer de este tema una política de control social antes de
ensayar políticas públicas que le resten poder de decisión”, dijo al instalar
su solitaria Comisión, y lamentó que no se pueda “declarar a la migración como
una zona de desastre, porque estaríamos obligados a hacerla, pues en ella
confluyen la ausencia de respeto a los derechos humanos y existe una discriminación
sistematizada”.