México
del Norte
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Ganador
y Perdedor
Que si ganó Romney, que si ganó Obama, que
uno no manejó bien los temas y que el otro confundió al oponente apoderándose
de su plataforma para confundirlo. Que qué lata, más bien, la importancia que
se le otorga al primer debate entre los candidatos a la presidencia de los
Estados Unidos.
No
me extraña, la verdad, porque Estados Unidos vive en una ilusión creada por los
medios de comunicación, por Holywood, y hasta que la gente no ve a los
personajes en cuestión en televisión, en vivo y en directo, piensa que no
existen, que son meros actores de telenovela que cuando acaba el programa se
quitan el maquillaje y se van a la casa, como personajes de un libro que
suspenden su existencia la cerrar el libro y ahí se quedan hasta que uno lo
vuelve a abrir.
“Según
la encuesta rápida de CNN entre 430 votantes, el tantos por ciento dijo que
ganó uno mientras el otro tantos por ciento dice que no va a votar por ninguno
de los dos”. Así nos bombardearon las noticias al terminar el primero de tres,
como si fueran caídas de lucha libre, debates de los candidatos presidenciales.
Y
si fuera lucha libre, digo yo, los debates definirían el resultado, pero todo
es Holywood. Las elecciones ya comenzaron, de hecho, en algunos estados, en
esta nueva modalidad en que no hay un día para ir a votar sino un mes o más,
como en Ohio, donde las elecciones comenzaron el primero de octubre. Por correo
o en casillas especiales, miles de votantes ya emitieron su voto, ya
resolvieron la encuesta por anticipado, y si vieron el debate sería porque no
había nada mejor en la televisión ese día y a esa hora.
Otros
tal vez le hicieron caso a la recomendación de un político local que los
animaba a votar por anticipado diciendo que “es la mejor forma de librarse de
nosotros. Ya no van a recibir propaganda por correo, llamadas automatizadas por
teléfono ni gente tocándoles a la puerta el 6 de noviembre para recordarles que
vayan a votar”.
Perdedores
Todos
Me dan risa. Me recuerdan a quien decía que
un debate entre candidatos a la presidencia es como poner a debatir a los tres
cuates que ofrecen servicio como jardineros, a ver quien dice que sabe podar
mejor los rosales y podar el pasto.
Y
me dan lástima los votantes gringos, porque además ni siquiera eligen al
presidente y ni siquiera lo saben, o no se acuerdan.
Desde
1787, al presidente de Estados Unidos se le considera algo así como el director
ejecutivo de una federación de estados independientes. El único “poder” elegido
por el pueblo, por los votantes del país, es el Congreso, al que se elige de
manera directa. Pero al presidente lo elige el Colegio Electoral, un grupo de
538 personas (el mismo número de congresistas y senadores) repartidas entre los
estados de acuerdo con su número de habitantes.
Al
“votar por presidente”, en realidad se vota por los llamados Electores en cada
estado, quienes a su vez votan por el presidente y el vicepresidente, pero no
en los porcentajes en que los votantes lo hicieron, sino en su afiliación
partidaria. Es decir, que aunque en Illinois Obama saque el 60 por ciento del
voto y Romney el 40, los 20 Electores de Illinois votarán por Obama. En otras
palabras, la mayoría gana todo, el 100 por ciento.
Por
eso sucedió en el año 2000, por ejemplo, que Al Gore “ganó” las elecciones
populares, los votos del pueblo, con un 48.38 por ciento, contra George W. Bush
con un 47.87 por ciento, pero “perdió” el voto Electoral, por 271 contra 266.
Aunque tuvo medio millón de votos populares más que Bush, perdió los votos
Electorales de estados importantes como Texas, Florida y Carolina.
Y hasta ahorita,
debate o no debate, ganador de las cámaras o los micrófonos o no, las encuestas
serias dicen que Barack Obama cuenta con la lindeza de 269 votos Electorales, y
Romney con 181. Quedan 88 votos Electorales en juego, en los estados que un día
votan Demócrata y al otro Republicano.
Por
eso los debates me dan risa y lástima. Son un show y el público todavía se lo
cree.
Para
mí, lo único interesante del debate es si vamos a tener que lidiar en el
movimiento migratorio con un enemigo conocido, o un enemigo por conocer.
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