miércoles, 7 de diciembre de 2011

El Costo de la Ley

México del Norte
Jorge Mújica Murias
mexicodelnorte@yahoo.com.mx


“El gobierno de Alabama estudia emplear presos para compensar la escasez de mano de obra agrícola atribuida a la nueva ley estatal contra la inmigración ilegal, se informó el martes”.

Es el último anuncio en una larga serie de remedios contra una enfermedad que parece aquejar cada vez con mayor frecuencia a los políticos que decidieron tiempo atrás que la inmigración sin papeles era un brillante tema de campaña: la estupidez.

La Ley de Alabama, conocida como la “Ley Juan Crow”, en referencia a la vieja ley sureña aprobada cuando Abraham Lincoln firmó la abolición de la esclavitud y que establecía la segregación racial legal, es una ley estúpida. Lejos de resolver el problema inicial de la migración sin papeles, que no hay un sistema actualizado para darle papeles a los trabajadores internacionales, agrava el estado de las cosas. Es como meterle la cabeza a un asmático en una cubeta de agua argumentando que no puede respirar aire.

A Brian Cash, granjero local de tomates, la ley le va a costar 100 mil dólares, dice, porque los tomates ya se le pudrieron. Solamente 11 de sus 65 trabajadores latinos llegaron a trabajar al otro día de aprobarse la Ley HB56, y hoy solo le queda uno, su jefe de cuadrilla, que ha trabajado con el por 17 años. Y no se fue porque Cash le está patrocinando la residencia legal, que tardará nueve años y costará 17 mil dólares.

“Solo han llegado dos ‘americanos’ a pedir el trabajo, y duraron dos horas”, dice Cash. Por eso el Departamento de Agricultura e Industrias de Alabama le quiere mandar presos, para aliviar las pérdidas, aunque el mismo vocero del servicio penitenciario, Brian Corbett, dijo que sólo “hay unos 2 mil presos autorizados a salir de la cárcel para trabajar y la mayoría tiene empleo, así que no será la solución a la escasez de mano de obra causada por la ley”.


Mercedes, Honda y Bentley


Y la ley podría costar más. Hace dos semanas, Detlev Hager, alemán de 46 años, fue arrestado y encarcelado por no tener a la mano su pasaporte y por lo tanto ser incapaz de demostrar que estaba legalmente en Estados Unidos. La bronca se resolvió cuando un auxiliar del ejecutivo, parte del personal internacional de la Mercedes-Benz en Alabama, mostró su pasaporte en la Corte. Como país favorecido por la absurda ley de migración del país, Hager ni siquiera necesita visa, sino que la salva con mostrar que es alemán.

Y luego, hace una semana, le tocó el turno a Ichiro Yada, japonés detenido manejando porque no traía licencia de manejo de Alabama. En vano Ichiro Yada mostró su licencia internacional de manejar, su pasaporte japonés y un permiso de trabajo emitido por el Departamento de Estado de Estados Unidos. De todas maneras le tocó una multa por no tener la licencia que la Ley HB56 hace obligatoria. Yada finalmente consiguió que le quitaran la multa cuando mostró, de nuevo en Corte, su licencia japonesa. Ichiro, por más señas, es también trabajador internacional de una automotriz, la Honda.

El caso es que entre la Honda y la Mercedes emplean a unos 3 mil trabajadores en Alabama, en su mayoría güeros, y e idiotismo de la Ley HB56 está poniendo sus chambas en riesgo. Lejos de ser una “ley para crear trabajos”, como la plantearon originalmente los tarados legisladores Republicanos, podría probar ser una ley que haga perder trabajos al estado.

Eso, claro, además de hacerla perder esa fuerza de trabajo que, como alguna vez dijera Vicente Fox, “hace el trabajo que ni los negros quieren hacer”. Y ni los afro-americanos ni los presos van a hacer su trabajo. Si a cada granjero le cuesta lo que a Cash, les va a salir muy caro el chiste.

A menos que todo sea un pleito de marcas de carro. A final de cuentas, el gobernador Republicano que la firmó no se apellida Mercedes ni Benz ni Honda. Es el gobernador Robert Bentley.

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